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Andaluzas

Aunque las encuestas coincidían por dónde podían discurrir los resultados electorales en Andalucía, existía un cierto margen de sorpresa. Desconcertaba el nivel de participación y el treinta por ciento de indecisos. Pero el sentir demoscópico generalizado apuntaba que Juan Manuel Moreno necesitaría pactar con Macarena Olona para formar gobierno, una vez descartada la abstención.

La candidata de Vox interesaba en los dos debates un pacto preelectoral con su homólogo del PP, que daba la callada por respuesta. La formación que irrumpió sorpresivamente con doce diputados en las autonómicas andaluzas de 2018, y que posibilitó desalojar después de 37 años a los socialistas de San Telmo, seguía siendo objeto durante la campaña de un cordón sanitario por el “establishment” del bipartidismo. El candidato llamado a revalidar la presidencia de la Junta de Andalucía empleó una estrategia basada en la positiva gestión económica y en la encomiable moderación, que a la postre ha dado resultado; de ahí que invocara el voto útil. Había que establecer el reparto de los 109 escaños desde la base electoral de cada partido, y dirimir el transvase de votos.

La formación “veleta naranja” había hecho méritos propios para su defunción electoral. Los estudios electorales también eran unánimes en que la otrora formación hegemónica en la Comunidad más poblada y extensa, granero electoral del socialismo, presentaba dificultades para superar los resultados de Susana Díaz. La extrema izquierda atravesaba una prueba de fuego al concurrir divididos en dos formaciones distintos partidos, con las soflamas electorales de sus dos aguerridas candidatas. Aunque los debates televisivos apenas cambian el voto, cada formación hizo una coherente puesta en escena, estudiada y preparada con sus propias estrategias. Sería un error limitarse al resultadismo electoral, sin analizar y comprender sus causas.

La gran sorpresa de estas elecciones ha sido la histórica, inédita e inesperada mayoría absoluta del PP. A sus veintiséis escaños en 2018 se suman los veintiún de Ciudadanos; más otros once provenientes del voto útil que ha dejado de recibir Vox y algún que otro del ámbito del PSOE. El partido socialista ha perdido tres escaños por el castigo en clave nacional infligido contra la esencia socialdemócrata, por la radical política del presidente Sánchez al pactar con comunistas, independentistas y bilduetarras, para mantenerse en el Gobierno. Con el único apoyo de sus correligionarios resulta complicado ganar las elecciones; salvo la confección de una coalición social-comunista. Ésta ha conseguido treinta y siete escaños frente a los setenta y dos del centro-derecha andaluz, lo que representa una diferencia inaudita entre bloques de treinta y cinco diputados. Las dos formaciones de ideología comunista han experimentado un varapalo con un desplome de diez escaños; sus trasnochadas ocurrencias políticas cada vez se alejan más de la realidad y del sentido común. La desilusión de los votantes de Vox está originada por las altas expectativas generadas en doblar el número de escaños. Y, sobre todo, al no lograr formar gobierno con su socio natural, como en Castilla y León y en la Comunidad de Madrid, con el apoyo de investidura; quién sabe si le pudiera beneficiar. A toro pasado es sencillo criticar su campaña, pero asumieron arriesgar fuerte para conseguir la confianza de otros votantes. No han recibido apoyos de la liquidación de Ciudadanos, porque los votantes de la “veleta naranja” se identifican más con el relativismo ideológico del PP, para quienes la economía es lo importante. Tampoco han conseguido mayores apoyos de los desencantados del PP, que optan por el voto útil en una sociedad líquida. Así se explica su ligero aumento hasta un total de casi quinientos mil votantes, para algunos su techo electoral. Sin embargo, el principal partido de la oposición será fundamental, el único, para librar la batalla cultural.

El centro-derecha andaluz presenta tres variantes: liberal (Ayuso), socialista (Moreno) y conservador (Olona). Si como algunos preconizan las elecciones andaluzas representan un cambio de ciclo electoral para desalojar al inquilino de La Moncloa, sólo será posible si aúnan sus fuerzas. Porque la izquierda mediática está empeñada en menguar los efectivos del adversario político con el divide y vencerás de la antidemocrática discriminación a Vox, y sembrar cizaña interna entre los distintos modelos del PP. La gran aportación de estas elecciones andaluzas, en términos de higiene democrática, ha sido superar la herencia del voto cautivo, perdiendo el miedo a la alternancia política.