Archivo por meses: octubre 2012

21O

Los resultados de las elecciones autonómicas nos han dejado un preocupante escenario político, en referencia a la indisoluble unidad de la Nación española, tal y como establece el artículo 2 de nuestra Constitución. Se ha producido la combinación de una serie de circunstancias políticas y sociales -hasta ahora inéditas, aunque estaban incubándose- para que los partidos nacionalistas y separatistas, especialmente la marca política de ETA, hayan desbancado a los partidos constitucionalistas, logrando representación en casi las dos terceras partes la Cámara de Vitoria. Si se ha llegado a esta lamentable situación, ha sido por la errática y desleal política identitaria que Zapatero lideró e impulsó durante su presidencia, con las negociaciones de la banda terrorista, su legalización y acceso a las instituciones, y consiguiendo del Tribunal Constitucional una sentencia ignominiosa que pasará a los anales de la desvergüenza y la politización de la justicia. Y es que el partido socialista está demostrando ser heredero del discurso ideológico de su ex presidente, y de sus ensayos de brujo como que “España es una Nación discutida y discutible”, pretendiendo ser más nacionalista que los propios independentistas. Por lo que el descalabro electoral de los socialistas no se ha dejado esperar, sumidos en su mayor crisis política, ante la incoherencia de sus postulados nacionalistas. Tampoco han sido capaces de amortiguar y combatir la deriva secesionista los populares, que han obtenido uno de sus peores resultados en el País Vasco, con una política light y acomplejada que dista mucho de la de Mayor Oreja, San Gil, o Iturgáiz, condescendiendo en las políticas penitenciarias, y aceptando en el fondo implícitamente la ruta trazada por el anterior Gobierno, aunque sólo exhiban la victoria de Galicia. En definitiva, la grave situación por la que atraviesa la sociedad vasca  –enferma sobre todo de falta de libertad- acrecentada progresivamente durante más de tres décadas con la constante inoculación de separatismo y odio a España en las ikastolas y desde las instituciones -un remake de Cataluña- ha de alertar de una vez por todas la responsabilidad de los dos partidos constitucionalistas, y así lograrían el reconocimiento de su electorado.

 

Javier Pereda Pereda.-

 

Divorcio

El divorcio constituye una de las epidemias más importantes en nuestro país, sobre todo desde que se aprobara la ley del divorcio en 1980, hace más de treinta años. Sólo en nuestra provincia el pasado año se han divorciado y separado 1.220 matrimonios, lo que evidencia el alcance de este fenómeno social. Ciertamente, podemos hablar de una auténtica epidemia social que, si bien obedece a relaciones personales, tiene una importante componente social, económica, psíquica y moral entre los matrimonios y sus familias, especialmente en los hijos, que padecen la dureza emocional de estas rupturas. Los sociólogos, juristas y los medios de comunicación, se limitan a constatar esta realidad social, pero pocos se atreven a ofrecer soluciones, como si se tratara de un mal endémico, inevitable y que sólo afectara al ámbito de la libertad individual y privada. El matrimonio es uno de los contratos más importante que un hombre y una mujer pueden realizar, por la naturaleza misma de este compromiso personal, y la responsabilidad de la procreación, que exige esencialmente estabilidad, y que a tenor de la formulación clásica es hasta que la muerte les separe. Los profesionales del derecho comprobamos que algunas personas muy capacitadas profesionalmente, sin embargo tienen un bajo índice de inteligencia emocional o de madurez para afrontar las normales dificultades que surgen en toda convivencia, que se solventarían con ayuda especializada, una normal comunicación, y una educación en valores como la lealtad, generosidad y el esfuerzo en moldear el propio carácter, bienes cada vez más preciados, precisamente por su escasez. Este preocupante escenario de crisis matrimoniales está llevando a las generaciones más jóvenes al desencanto, y a ser reacios al compromiso matrimonial, por lo que deciden convivir sin responsabilidades. Ante esta lacra social habría que impulsar políticas educativas y familiares para proteger y blindar esta institución en peligro de extinción, cada vez más desprotegida por la descomposición del ambiente social dominante, porque el éxito del matrimonio es un bien que afecta a la felicidad de toda la familia, sin olvidar los hijos, y al conjunto de la sociedad.

Javier Pereda Pereda.-

 

Marca España

En el primer debate televisivo sobre las elecciones presidenciales de los EE.UU., el candidato republicano Romney espetaba al demócrata Obama que “España gasta el 42% de su economía en Gobierno. No quiero seguir el camino de España”. También la Comisión Europea denuncia nuestra fragmentación autonómica como amenaza para las empresas en España. Mal que le pese a nuestro Gobierno, por muchos esfuerzos en ir a la defensiva e intentar edulcorar la marca España y paliar los efectos negativos ante los posibles inversores, hay que dejarse de voluntarismos estériles y reconocer la realidad. Porque no se trata sin más de una conspiración judeo-masónica del dólar contra el euro para desestabilizarlo, como se ha esgrimido. Lamentablemente, y sin caer en el derrotismo, nuestra imagen en el exterior es manifiestamente mejorable: intento de asalto al Congreso de los Diputados; diecisiete reinos de taifas compulsivamente despilfarradores, incapaces de embridar el gasto público; comunidades autónomas que en plena crisis reivindican el secesionismo independentista con una performance en el Nou Camp; la inacción y división de los partidos constitucionalistas para afrontar el modelo territorial, salvo en la votación de la soberanía catalana; el escándalo farisaico de nacionalistas y socialistas por la españolización de los niños catalanes, ante el adoctrinamiento de la Generalitat; constantes amenazas de huelga por los sindicatos si no se convoca un referéndum sobre los recortes… A la vez, según el CIS, sigue aumentando el hartazgo de los ciudadanos contra los políticos como una de las principales preocupaciones. Ésa sí que es una certera foto finish de España. Intentar solucionar estos problemas sólo en clave  económica es un craso error. El verdadero rescate que precisa España no es tanto el económico como el de los valores y el institucional, que afecta de lleno a la unidad de la nación más antigua de Europa. Sin la unidad y solidaridad de las comunidades autónomas, las propuestas económicas se tornan en instrumentos ineficaces, porque mientras continúe la división política daremos síntomas de una nación enferma que no es creíble ni fiable a nivel internacional.

Javier Pereda Pereda.-

Intolerancia laicista

Ha sido llamativo el reportaje gráfico del rotativo estadounidense The New York Times,   sobre el municipio jiennense de Jódar, por una pretendida situación de hambruna, con el natural descontento de los galdurienses. Pero como no sólo de pan vive el hombre, las ideas o creencias también le son esenciales. Aunque el adagio latino es “primum vivere deinde philosophari”, y no le falta razón, no lo es menos que para vivir se precisa una filosofía, un sentido de la vida, aunque ésta pueda ser muy diversa. En cualquier caso, la tolerancia, el respeto por los pensamientos y acciones de otros cuando resultan opuestos o distintos a los propios, nos invita a admitir la libertad de los demás, reconduciendo al dictador que todos llevamos dentro, a convencer sin vencer, porque como dijera el poeta sevillano que impartió docencia en Baeza: “¿Tu verdad? No, la Verdad, y ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela”. Un gran defecto que tenemos los españoles, entre otros, es el de ser anti-algo, ya sea anticatólico, español, socialista, madridista, barcelonista o fumador. Son muy pocos los que saben respetar a las personas aunque no compartan sus ideas. Vienen a colación estas consideraciones con motivo de la toma de posesión del presidente de la Comunidad de Madrid que, en su discurso inaugural, dijo: «Le pido a Dios que me ayude y me ilumine por el bien de todos». En mala hora se le ocurrió proferir esta expresión. Porque el líder de la oposición, con marcado acento de rancio laicismo le criticó financiar «colegios religiosos integristas» y le dijo que «pida a los representantes de Dios» que paguen el IBI en la Comunidad de Madrid. En fin, habría que responder a este político que incluso muchos de su partido creen en Dios, con lo que no está respetando sus ideas; que los colegios que tienen un ideario cristiano, musulmán o judío, no son integristas, salvo que sean terroristas, que no es el caso; y, finalmente, lo del IBI hay que remontarse al Concordato que se firmó hace más de treinta años por el mismo partido de quién hace estas descabelladas acusaciones. Con estos hechos queda patente el descomunal déficit en tolerancia y libertad religiosa,  más importante todavía, si cabe, que el económico.

 

Javier Pereda Pereda.-