Archivo de la etiqueta: la mano

Políticos vs. jueces

Cuando se siguen procedimientos judiciales de naturaleza penal que afectan a la clase política, el comportamiento de ésta es semejante a la descomunal presión que someten los jugadores de fútbol al árbitro en los partidos entre equipos de máxima rivalidad, rodeándole y protestando todas las decisiones que les puedan perjudicar. Esta presión no se circunscribe sólo al partido sino que antes y después no cesarán incesantes declaraciones de los técnicos, presidentes y jugadores en los distintos medios de comunicación. Este recurso a la práctica del juego sucio y marrullero es un arma más, a veces decisiva para que se decante el resultado. En este sentido, es preciso equilibrio, personalidad, ecuanimidad e integridad para no claudicar al bombardeo agresivo y mediático al que están sometidos los árbitros. Algo parecido o peor le está sucediendo con la instrucción de los ERE falsos de Andalucía a la jueza Mercedes Alaya, que se le está inflingido un “escrache” conforme va avanzando la investigación, y que va “in crescendo” al aproximarse a la intocable línea roja que le han trazado las altas instancias políticas. Una vez que la instructora ha osado traspasar esta línea, hemos presenciado cómo la jauría mediática política ha tocado a rebato y han salido en tromba desplegando todo su arsenal propagandístico, en una campaña de ataques perfectamente orquestada, para desacreditarla personalmente y cuestionar sus resoluciones judiciales. Así, el líder de la oposición ninguneaba el auto de imputación a la ex consejera Álvarez como de “nada de nada”. También ha salido a la palestra el que fuera presidente del gobierno de la nación durante trece años, respaldando a la imputada, incluso hasta “poner la mano en el fuego”. Y podríamos continuar con una retahíla de declaraciones previamente acordadas de los distintos cargos políticos, dentro de su argumentario goebbeliano, hasta que logra calar en la opinión pública. Todo, para sembrar la duda de que la magistrada hace coincidir algunas de sus decisiones más relevantes con momentos políticos claves. Se ha llegado incluso a decir que estaba abriendo una causa general contra ese partido con una imputación de carácter político. A todo esto, los coherentes, escrupulosos y éticos socios en el gobierno andaluz tampoco andan a la zaga, y no se privan de “dar consejos que para mi no tengo”, al sumarse a la presión socialista. Así, meten prisa a la titular del juzgado sevillano, como hiciera -quebrando la más elemental independencia judicial- el presidente del Tribunal Supremo. Y qué decir de los “hooligans” de los medios de la propaganda, afines a esta cacería carente de normas, escrúpulos y de objetividad, que defienden a ultranza la mano que les da de comer. Pues que también invocan una instrucción rápida para que los posibles aforados salgan del terreno pantanoso de las marismas del Guadalquivir y encuentren tierra firme en otros órganos jurisdiccionales, sin haber abrochado las pruebas necesarias en la instrucción. Ante este panorama sombrío, antidemocrático, próximo a la confrontación, y de falta de respeto a las instituciones del Estado, ha tenido que mediar el Fiscal General para pedir la máxima moderación y respeto con la actividad jurisdiccional, que no puede justificarse por una mal entendida libertad de expresión. Ni que decir tiene que los jueces pueden dictar resoluciones judiciales equivocadas y erróneas –no hablamos de las que a sabiendas de su injusticia son arbitrarias-, y en esos casos la ley contempla los mecanismos conforme a derecho para recurrirlas ante los órganos judiciales superiores. Pero no es admisible imponer a la fuerza de forma alevosa, mediante un procedimiento paralelo, los intereses espurios del corrupto poder político, hasta el punto de arrollar y desacreditar a quien tiene el mandato constitucional de tener como única limitación el de estar sometido al imperio de la ley. Para soportar esta brutal presión, muy pocas personas son capaces de no sucumbir en el intento –ahí tenemos el caso del juez Barbero ante la investigación de Filesa-, por lo que estos héroes merecen nuestro apoyo, a no ser que queramos hacer realidad la célebre frase de que Montesquieu ha muerto.