Archivo por meses: diciembre 2012

Navidad

La coalición política la Izquierda Plural (Izquierda Unida-Los Verdes) ha manifestado su disconformidad con que el presidente del Congreso felicite en Twitter la Navidad con una ilustración del Portal de Belén, incluidos el buey y la mula, por entender que estas imágenes religiosas son impropias de un Estado laico, y que estas manifestaciones deben guardarse para la intimidad personal. Para mí que esta coalición política hace poco honor a su denominación de plural, ni a los valores superiores que integran nuestro ordenamiento jurídico como el mismo pluralismo o la libertad, propios de un Estado democrático. Porque nuestra Constitución después del derecho fundamental a la vida, garantiza el derecho a la libertad ideológica y religiosa -más importante que la libertad de expresión-, sin que ello colisione con un Estado aconfesional o laico, que no laicista. Por lo tanto, ese empeño de fundamentalismo laicista denota poco respeto, tolerancia y sentido democrático con la libertad más profunda que tienen las personas, que son sus convicciones religiosas, como el cristianismo, que no tienen por qué molestar, máxime si se trata de uno de los pilares que conforman la historia y cultura de Occidente. Quizá esta agrupación política pretenda algo tan imposible como que los signos y tradiciones que rodean a la Navidad -que etimológicamente es el apócope de Natividad, la de Cristo, claro- se silencien; o que se sustituya el belén por el árbol navideño, ignorando que en la iconografía cristiana éste representa la resurrección de Cristo; o que no se envíen christmas con símbolos cristianos, expresión anglosajona de Feliz Navidad o Felices Pascuas…Y es que los Reyes Magos, las estrellas, los pastores, Santa Claus, los mazapanes, el aguinaldo, el roscón, los villancicos, los regalos, las celebraciones familiares, e incluso el caganet, todo tiene un profundo sentido cristiano, y apunta al hecho histórico más importante de la historia de la humanidad: el Nacimiento de Cristo, y de ahí la explosión de júbilo y el origen de estas fiestas. Nadie debería impedir a los demás manifestar públicamente sus convicciones religiosas o ideológicas, so capa de una falsa neutralidad, porque aunque estos callaran, gritarían las piedras.

 

 

Javier Pereda Pereda.-

 

 

Héroes

A mediados del mes pasado, en Nueva York en pleno centro de Manhattan, en Times Square, ocurrió un suceso conmovedor que ha dado la vuelta al mundo. Una turista se sorprendió al ver cómo un policía atendía a un mendigo descalzo y le compraba unas botas de piel, a la vez que le ayudaba a ponérselas. Esta imagen la han visto más de dos millones de personas en las redes sociales, y ha sido muy comentado este gesto, llegando a calificarse como heroico. Y es que casi siempre denunciamos las conductas desordenadas -que atribuimos a la naturaleza humana- como el abuso de poder, la incoherencia, la falta de solidaridad, o los ataques a la libertad y dignidad de la persona. Pero a veces también nos encontramos con ejemplos edificantes en la vida corriente a los que a menudo prestamos menos atención. Sin ir más lejos, recientemente me atendió un funcionario de la administración de justicia con una diligencia encomiable, que me causó asombro y admiración por su eficacia, competencia, y por su trabajo bien hecho, ante el contraste al que estamos acostumbrados. Tampoco deja de sorprenderme ver siempre con una sonrisa a la limpiadora de las escaleras de mi bloque, que empieza a trabajar a las cinco y media de la mañana, sin quejarse, y afrontando la vida con optimismo. Así, podemos encontrar muchos casos de verdaderos héroes, por ejemplo, los casi dos millones de autónomos que mientras generan riqueza y empleo, no tienen horario, pagan elevados impuestos, no saben lo que es una subvención, ni pueden permitirse ponerse enfermos; o los cerca de nueve millones de pensionistas cuyas pagas no se revalorizan con el IPC, y algunos tienen que acabar el mes con cuatrocientos veintiséis euros…Todos estos héroes anónimos, quizá no aparezcan en los medios, pero constituyen la mejor contribución que se puede hacer a una sociedad en crisis, sobre todo de valores. Y esto no sólo por Navidad, sino todos los días del año. Es más, cada uno de nosotros también está llamado a ser uno de esos héroes silentes en nuestro ámbito familiar y profesional, que con el trabajo bien hecho, el sacrificio, una sonrisa, y optimismo, lograremos sacar a España de esta crisis.

 

Javier Pereda Pereda.-

Echarlos

A los políticos habría que decirles lo que el actor y director Clint Eastwood espetaba recientemente a un candidato durante la campaña electoral norteamericana: “El país es nuestro, los políticos son nuestros empleados, y cuando alguien no hace su trabajo, hay que echarlo”. Cada vez es más necesario que nunca tener sensibilidad por la regeneración democrática, porque aquí los políticos se sienten propietarios del cargo, como si lo hubieran ganado en unas oposiciones; manifiestan una fuerza irresistible a permanecer en el poder imponiendo una especie de gabela vitalicia al administrado. Si observamos el panorama social nos encontrarnos con políticos, de uno y otro signo, que llevan más de treinta años en la actividad pública, y la temporalidad –que debería ser la norma- es una excepción, quizá porque no tendrían otro trabajo. Este fenómeno se observa más claramente cuando los candidatos no consiguen revalidar los mismos o superiores resultados respecto a anteriores elecciones, pero se sienten legitimados a autoproclamarse imprescindibles: siempre hay alguna causa o justificación que les lleva a aferrarse a la poltrona. Tal vez lo más llamativo y escandaloso es cuando incurren en responsabilidades políticas, y no digamos nada si son penales, entonces la resistencia se hace más fuerte para abandonar las moquetas, coches oficiales, y otras canonjías y sinecuras, cuando en ocasiones debieran dimitir aunque sólo fuera por higiene democrática. De todo esto tenemos ejemplos muy recientes, y de ahí que no sea de extrañar que los políticos constituyan la tercera preocupación de los españoles. Porque da lo mismo que pierdan doce escaños en unas elecciones o que se les impute por llevarse el tres por ciento en mordidas, convolutos y comisiones; que arruinen a Cajas de Ahorros y con ellas pongan en peligro todo el sistema financiero; que nos hayan llevado al precipicio de los seis millones de desempleados o que dilapiden los recursos con el gasto de un tranvía ruinoso… Ellos tienen las riendas del poder, y con él, el blindaje ante jueces y fiscales. Siguen siendo los autores impunes de delitos de cuello blanco. Y es que hasta que no se instaure la cultura de que sólo son nuestros empleados, seguiremos sin poder echarlos.

Javier Pereda Pereda.