Archivo de la categoría: Sociedad

Carrera

La carrera popular de San Antón, la más importante de la ciudad de Jaén, conmemora ahora cuarenta años de historia. Este encuentro deportivo surgió para acompañar las tradicionales celebraciones en honor a san Antonio Abad (251-356), natural de Egipto, que se han ido transmitiendo entre generaciones. La devoción a este ermitaño en el Santo Reino se importó de Europa en el siglo XIII, adquiriendo rápido arraigo entre la población agricultora y ganadera. La veneraciónreligiosa al fundador del monacato cobra especial impulso en el siglo XV, con el condestable de Castilla,Miguel Lucas de Iranzo, valido del rey Enrique de Castilla. Tanto san Atanasio (obispo de Alejandría) queescribió la “Vida de Antonio”, san Agustín en “Las Confesiones” y san Jerónimo nos han transmitido la vida santa y ejemplar de este austero y asceta eremita, que se fue a vivir en una cueva cerca del río Nilo, para después trasladarse a orillas del Mar Rojo. Entre la historia y la leyenda se cuenta que, en una ocasión, una jabalina se le acercó con sus jabatos ciegos, en señal de desprotección. Antonio se compadeció de sus crías y curó su ceguera; desde entonces la hembra no se separó de él, defendiéndole de las alimañas. De ahí que se le invoque como patrono de los animales. Se representa a san Antonio Abad con un puerco y padeciendo las tentaciones, como pintaban El Bosco, Rivera, Cézanne, Dalí o Cock. También combatió la herejía arriana, que negaba la divinidad de Jesucristo. Desde la Edad Media, la noche anterior al 17 de enero se realizaban las “Lumbres de San Antón”; alrededor de las hogueras se cantaban y bailaban melenchones y se degustaban productos de labranza como chorizo, morcilla, vino, calabaza asada y rosetas. En el fuego se quemaba el ramón de la poda de los olivos y los capachos de esparto con los que se prensaba la aceituna; ritual con ciertas connotaciones mágicas y purificadoras, para alejar las plagas y las enfermedades. Era el momento, según la tradición, para la bendición de los animales. Con todas estas costumbres cargadas de historia y cultura, en 1984 se añadió otro elemento para enriquecer la celebración: la Carrera popular de San Antón. Para darle mayor realce se le otorgó el carácter de internacional, con la participación de deportistas profesionales keniatas, eritreos, etíopes, marroquíes o portugueses; a nivel nacional han intervenido José Luis González, Isaac Viciosa, Manuel Pancorbo, Abel Antón, Martín Fiz, Alberto García, Pentinel, Martos, Castillejo o Marta Domínguez. Pero, en mi opinión, lo más importante de esta carrera es la participación de los jiennenses, creándose un maravilloso ambiente festivo y deportivo. Sería un error pretender convertir este encuentro popular en la maratón de Nueva York, Berlín, Pekín, Londres o París, porque perdería su propia idiosincrasia. La organización debería cuidar el equilibrio entre la participación ciudadana y la promoción económica, sin despersonalizar el evento. No se trata de abarrotar de asistentes las calles (con diez mil participantes se hace complicado correr); ni tampoco elevar el precio de la inscripción a 15 euros (parece excesivo). De hecho, ya no se celebra como antaño, la noche anterior al día de San Antón, el 16 de enero, sino el sábado más próximo a esta fiesta; en esta ocasión, mañana 14 de enero. El encanto de la carrera consiste en una tarde noche de camaradería, con la intervención de los deportistas jiennenses “amateur” (amantes del deporte). El aliciente de que corran los profesionales (denominados con el nombre rimbombante de “élite”) no radica tanto en lograralguna marca, porque ya tienen sus olimpiadas y campeonatos, como potenciar la participación de los verdaderos protagonistas: los corredores de todas lasedades, incluidos los más veteranos, y personas impedidas en sillas o carricoches de ruedas. El mayor éxito consiste en el entrenamiento de tantas personasdurante semanas. Los diez kilómetros de recorrido con las cuestas de la Avenida de Madrid y de los Escuderos, las antorchas que arden en las orillas, marchar entre monumentos como el convento de las Bernardas, las Carmelitas, el Camarín de Jesús, la Catedral —la joya del Renacimiento—, el Sagrario y la Cripta, con la cruz del Castillo iluminada, producen unas sensaciones inolvidables. La Carrera de San Antón es un paradigma de la carrera de la vida, donde se precisa valores como el esfuerzo, la disciplina y la humildad.

Entrenando la San Antón

Hipocresía

Los puritanos de velar por la moral pública, han elevado la anécdota a categoría, con la representaciónde los universitarios del Colegio Mayor Elías Ahuja de Madrid. No pretendo defender el comportamiento maleducado y soez de unos jóvenes, probablemente con alguna copa de más, en la puesta de escena ante sus amigas de la residencia Santa Mónica. Pero tampoco que esta “performance” se convierta en una cuestión de Estado, en el que intervenga la Fiscalía, el Congreso de los Diputados y la Universidad Complutense. La mayoría de los grupos parlamentariosno se desvían del guion trazado por la corrección política sobre la ideología de género, implantado por el Gobierno social-comunista. Recuerdo cómo en los inolvidables años universitarios en el Colegio Mayor Albayzín de Granada también nos gustaba transgredir la disciplina. Las normas colegiales establecían que los sábados por la noche se volvía al colegio antes de la una, de lo contrario exigía saltar por el pararrayos, con la amenaza de expulsión; todos los años los residentes vecinos del Colegio Mayor Isabel la Católica nos provocaban con insultos, pero la dirección frustraba una posible batalla campal; les devolvíamos esa visita ganándoles siempre en el torneo de fútbol universitario; a las universitarias de la residencia contigua de “las cortijeras” les piropeábamos con más elegancia —ahora estaría prohibido—: “Eso es un cuerpo y no el de la Guardia Civil” o “Dime como te llamas y te pediré para reyes”. Quizás éramos más románticos cantando canciones de tuna como “Clavelito”, “Cielito Lindo” o “Las Cintas de mi Capa”, pero desde entonces la naturaleza humana no ha experimentado grandes cambios. Por eso, los mensajes ordinarios y chabacanos lanzados por los “ahujos” de “Putas, salid de vuestras madrigueras como conejas; os prometo que vais a follar todas en la capea”, ha llevado hipócritamente a la mayoría de la clase política a rasgarse las vestiduras. Sobre todo, porque las universitarias no se han sentido ofendidas;se trataba de un juego orquestado, como lo demostraba las risas o el turno de réplica a modo “Hola, Fondo norte”, “Hola, Fondo sur”. El Ministerio orwelliano de la Moral, como Gran Hermano, aduce que “es la muestra más evidente de que hace falta educación sexual”. No sabemos si se refiere a la educación sexual de su pareja/o/e/ (utilizando su manido lenguaje inclusivo) que pretendía azotar a la periodista Mariló Montero hasta que sangrara; o la educación de sus correligionarias asaltando en sujetador la capilla de la Universidad Complutense, al grito de “Arderéis como en el 36” o “Vamos a quemar la Conferencia Episcopal por machista y carcamal”. Sin embargo, estos censoresde la moral pública presentan ante la Fiscalía (¿De quién depende? Pues eso) las letras musicales de la sátira de InfoVlogger y Los Meconios de “Volveremos al 36”, por homófoba y guerracivilista; cuando quien la canta es gay y señala a la izquierda por devolvernos a aquel escenario. Esta denuncia denota que encuentran competidores en la hegemonía por la batalla cultural. Después de que los probos políticos condenaran pomposamente a los “ahujos” (“sólo sí, es sí”), las “mónicas” les ponen en evidencia al explicarles que lo han sacado de contexto; pero capaces son ahora de inventar “sólo sí, es no”. Los que están corrompiendo a los menores en los colegios con la promoción delaborto desde los 16 años; los que fomentan la promiscuidad sexual con el suministro gratuito de anticonceptivos; los que han legalizado el cambio de sexo y la pedofilia; los que confunde un piropo y proclamas sarcásticas con delitos de odio (…), quieren imponer su ingeniería social basada en el libertinaje sexual. La coherencia ideológica de este feminismotrasnochado guarda silencio ante el asesinato de la joven iraní Mahsa Amini, por llevar el velo mal colocado. Pero cabalgan contradicciones porque han recibido fondos del régimen de los ayatolás; el mismo que cuelga a los homosexuales por el cuello en una grúa. Si pudieran internarían a los “ahujos” en campos de reeducación sexual, para convertirlos en “hombres blandengues”; aunque éstos alegarían en su descargo la coartada “trans” de sentirse mujeres. Lo políticamente correcto ve la paja en el ojo de los “ahujos”, pero banaliza la viga de la violencia de Estado con la legislación de género. Resulta hipócrita colar el mosquito del caso Ahuja, cuando estos gobernantes están tragándose el camello de pervertir a la juventud.

Sexualidad

El Ejecutivo acaba de aprobar y enviar a las Cortes la ley Trans, que faculta a los niños de 12 años a elegir su género. Esto ocurre cuando en EE.UU. el TS revoca la sentencia del aborto (Roe vs. Wade), remitiendo a cada estado su regulación legal. Tanto en el proyecto de ley como en la sentencia se evidencia una determinada concepción antropológica y de la sexualidad. Así se demuestra con el revuelo social acaecido al otro lado del Atlántico, que ha llevado de inmediato a los gobernadores de los distintos estados a posicionarse. Sería un grave error banalizar la ingeniería social global que se está acometiendo contra la sexualidad por un nuevo orden mundial.

Durante las últimas cuatro décadas los cambios sociales producidos en nuestro país —a instancia del social-comunismo y con la aceptación cómplice de la derecha liberal— le hacen irreconocible. Esas transformaciones han supuesto una revolución sexual que deconstruyen la naturaleza humana. En la exposición de motivos de estas leyes se invoca de forma constante la libertad. En nombre de la libertad se han aprobado —sin ánimo de ser exhaustivos—  la ley de divorcio (1981), la que despenalizaba el aborto (1985), la de técnicas de reproducción asistida (1988), la de violencia de género (2004), la del matrimonio entre personas del mismo sexo (2005), el divorcio “exprés” (2005), la asignatura de educación para la ciudadanía, que adoctrina a los menores con la ideología de género (2006), la conocida ley Aído, sobre interrupción del embarazo (2010), las leyes autonómicas (Madrid, Andalucía, Galicia…) sobre identidad de género y no discriminación (2016), la de salud reproductiva para que puedan abortar niñas de 16 años y expender gratis dicha píldora en colegios (2022) y ley de la eutanasia (2021).

Si la libertad sexual se desliga de la razón y la naturaleza, sería aplicable la célebre alocución de Madame Roland, antes de pasar por la guillotina: “¡Oh, libertad!, ¡cuántos crímenes se cometen en tu nombre!”. Esta efervescencia legal de origen marxista choca con la cultura occidental, síntesis del pensamiento heleno, el derecho romano y la cultura judeocristiana. Platón en “La República” aludía a que “El exceso de libertad, ya sea en los Estados o en los individuos, parece que sólo da paso a un exceso de esclavitud”. La esclavitud que produce la adicción a la pornografía o la cosificación sexual con la prostitución. Antes se ha corrompido en los colegios a los menores, adoctrinándoles a masturbarse, mantener relaciones homosexuales y a fornicar; pero luego la hipocresía social se queja de las violaciones.

Es el movimiento de liberación sexual que lucha contra la tiranía de la naturaleza; en vez de enseñar a dominar y racionalizar los instintos naturales, se da rienda suelta a la animalidad. En nombre de la libertad se destruye la libertad. Es la verdad la que nos hace libres; no al revés, como algún apologeta de la posverdad esgrime. Sin embargo, para estos profetas, la sexualidad no la dicta la naturaleza sino la libre elección: “una no nace, sino que se hace mujer” (Simone de Beauvoir, dixit). En la Roma pagana, la homosexualidad era patente, pero el legislador no contemplaba como matrimonio a personas del mismo sexo; sencillamente era una “contradictio in terminis”, al no poder procrear. Para el denominado “padre de la sexología”, Alfred Kinsey, un sadomasoquista que abusó de niños y se propuso eliminar la herencia sexual de la cultura judeocristiana (como Freud quería liberarse del “superyo” represivo de la moral, frente al “yo”), en favor de una anarquía sexual. Preconizaba revisar y transformar los códigos morales animando a las relaciones sexuales prematrimoniales, al divorcio, al adulterio, a la poligamia y a las uniones libres; pero sin procrear, acrecentando el suicidio demográfico, pese al alarmismo malthusiano.

Pero la génesis de la ideología de género la señala Engels para quien la primera opresión de clase sucede entre la fémina por parte del sexo masculino; Marx instaba a la destrucción de la familia. Lo que pretenden estas ideologías liberticidas es destruir a la mujer y al varón, para que, una vez perdida su identidad, sean objeto de manipulación goebbelsiana por el Leviatán hobbesiano. Así están intentando destruir la familia. La verdadera amenaza de Occidente radica en desnaturalizar la sexualidad humana. De ahí la necesidad de librar en el s. XXI una revolución sexual natural acorde con la dignidad humana.

Publicado en Diario Ideal. 01/07/2022